Plaza Huerto San Agustín
Square Huerto San Agustín
Cuando emprendimos el reto de diseñar un nuevo espacio público en el Centro Histórico de Quito en el lote del Ex Registro Civil, un edificio rentero, construido en los años 60 por los Agustinos, sin ningún valor arquitectónico y que estaba destinado a ser demolido hace varios años, nos planteamos algunas preguntas que queríamos responder mediante el diseño.
¿Cómo podemos recuperar la memoria urbana del lugar? La primera aproximación al proyecto la hicimos desde el estudio de los planos históricos donde pudimos encontrar algunas claves que fueron fundamentales para el diseño. En los planos del siglo XVIII se puede ver que la manzana del convento de San Agustín era una manzana doble, donde al noreste del convento se adosaban una serie de edificaciones menores que daban paso a un gran huerto. En el siglo XIX, se divide la manzana con la prolongación de la calle Mejía hacia la Plazoleta de la Marín, mientras que en el siglo XX los Agustinos derrocan los anexos al convento y construyen un edificio destinado al alquiler. Con estas premisas nos planteamos el objetivo de recuperar un vacío en la trama urbana del siglo XVIII, un huerto privado y convertirlo en un espacio público del siglo XXI, una plaza de escala doméstica.
¿Cómo deberíamos diseñar un espacio público inclusivo y enfocado en las personas? Además de criterios de accesibilidad universal, como la utilización de: pavimentos podotáctiles, bordillos de protección, barandillas, etc., también se adoptaron varios criterios de diseño, basados en la teoría de “los ojos en la calle” de Jane Jacobs. Así, se dio prioridad a la integración de actividades en la plaza, con la incorporación de una pérgola con locales gastronómicos y baterías de baños públicos accesibles. Se buscó crear espacios atractivos, equipando la plaza con mobiliario urbano junto con vegetación endémica y elementos lúdicos como fuentes de agua y juegos de niños no convencionales. El diseño de la iluminación fue pensado no solo como un elemento que brinde seguridad por la noche sino que resalte los elementos característicos del entorno. Por último, se privilegió la presencia del peatón frente a los vehículos mediante la ampliación de las aceras, dotándolas de árboles y mobiliario urbano y la integración de la calle Mejía al diseño de la plaza, a través de una plataforma continua que obliga a los vehículos bajar la velocidad de circulación.
¿Cómo hacer que el espacio público tenga una función pedagógica? El diseño de la plaza incorpora elementos que permiten a los usuarios varios niveles de lectura del proyecto y que rescatan la memoria urbana del lugar, como: el mural de planos urbanos que muestra la evolución del sector en los siglos XVIII, XIX, XX y XXI junto con placas explicativas, la incorporación de pequeñas placas circulares de bronce, que delimitan la línea de fábrica del Ex Registro Civil o el diseño de unos juegos de equilibrio para niños en forma de tres lagartijas en homenaje a la crónica urbana de Luciano Andrade Marín: “La lagartija que abrió la calle Mejía” y que cuenta la anécdota de cómo se prolongo la calle Mejía en el siglo XIX.
Con estos elementos y a casi un año de haber sido inaugurada, la Plaza Huerto San Agustín tiene un uso intensivo por parte de los vecinos y visitantes que la han convertido en un nuevo referente de espacio público de calidad en el Centro Histórico de Quito.