

El Río Colina, testigo silencioso de las actividades de ocio popular y sus posteriores transformaciones, se enfrenta ahora a una degradación progresiva debido a la escasez de agua, el uso recreativo informal, la extracción de grava y la presión urbano-rural. Esto ha devaluado un paisaje fluvial históricamente ligado a la memoria colectiva comunitaria, especialmente en El Carvajalino, donde persisten vestigios de prácticas de ocio en condiciones precarias.
Este proyecto se pregunta: ¿Cómo podemos revalorizar este paisaje fluvial esclerófilo –típico de Chile central– en un contexto periurbano, equilibrando la protección ecológica con el disfrute consciente?
El diseño del paisaje se propone como una herramienta para reconectar la cultura, el territorio y la naturaleza. El proyecto se estructura mediante un guion museográfico no lineal que transforma el olvido en un recurso narrativo y la memoria en una experiencia sensorial: a través del caminar, el contacto con el agua y el redescubrimiento de huellas del pasado.
Activa la interfaz urbano-rural-natural, resignifica y reutiliza infraestructura abandonada, y formaliza el uso recreativo informal mediante la creación de un espacio público democrático, seguro y ecológicamente coherente. El parque se concibe como un sistema abierto de relaciones, donde el agua, la tierra, los cuerpos y las tradiciones interactúan libremente.
De esta manera, el proyecto reactiva la capacidad del paisaje para generar memoria colectiva, reconociendo las trayectorias vitales, las infancias y las prácticas de las comunidades locales. Se convierte en un espacio de encuentro intergeneracional que fortalece la identidad local, la pertenencia y la sostenibilidad.