Zanjas y Camellones
A pesar de que los camellones dejaron de existir relativamente hace poco, estos han sido olvidados con una velocidad vertiginosa. Las zanjas y los camellones fueron parte de un sistema agrícola prehispánico de la Sabana de Bogotá que se desarrolló durante más de 2000 años. Pensar en la siembra a través de los camellones es poder replantear nuestras relaciones con el agua. Entonces, como poco se recuerda sobre construir camellones, desde hace varios años hemos estudiado el sistema de cultivo ancestral entre el agua de la Sabana de Bogotá, y desde las herramientas, conocimientos e intuiciones a los que tenemos acceso, hemos levantado de nuevo un pequeño fragmento de lo que posiblemente fue el sistema de zanjas y camellones.
El objetivo del proyecto Zanjas y Camellones es recrear un fragmento del sistema ancestral buscando recuperar la memoria de esta tecnología de paisaje. El proyecto se construyó en el predio de Las Mercedes, en la reserva Thomas Van Der Hammen, antiguo territorio muisca de la Sabana inundable de Bogotá.
Nuestro propósito al restaurar un trozo de la tecnología de las zanjas y los camellones no es nostálgico ni prescriptivo. Es querer entender algo que físicamente no lográbamos ver. Buscamos recrear un pequeño fragmento de este sofisticado sistema para poder verlo. Habiéndolo visto, pudimos estudiarlo y entenderlo. Nuestro pequeño fragmento de camellones nos permite imaginar cómo este sistema que cubría miles de hectáreas reacciona a la lluvia y a los flujos del agua. Nos permite también entender mejor como vivían los Muiscas en este territorio. Nos permite ver algo que alguna vez vieron nuestros antepasados.
Zanjas y Camellones se realizó en el marco del festival internacional de políticas alimentarias y la tierra, llamado Common Ground, un programa apoyado por el Centro para los Derechos Humanos y las Artes OSUN en Bard College. Este proyecto se hizo con el apoyo de muchas personas, entre ellas están Maria Buenaventura, Diego Bermúdez, Lorena Rodriguez, Sabina Rodriguez, La Abuela Muisca Blanca Nieves, Liliana Novoa, Guido Caicedo, Jesús Larrota, Juan Rodríguez, Alejandro Bernal, Leonel Vasquez, Camila Vélez y Milena Camacho.
Hace unos 30.000 años, la Sabana de Bogotá era un lago. Este se sedimentó, surgieron islas, algunas zonas se transformaron en humedales, y una pequeña cascada se amplió, cediendo ante la presión de tanta agua, para permitir que esta bajara hacia el valle del Río Magdalena, disminuyendo el tamaño del lago.
Sobre los restos del lago, aparecieron comunidades que habitaron el territorio y que comían pescado, maíz, papa, curí, pato y otros alimentos de agua y de tierra. Estas personas se desplazaban, a pie y en balsas, y así lograron ocupar aproximadamente 100.000 hectáreas.
Las trazas de esta ocupación humana se ven únicamente en fotos aéreas de los años 50 y 60 que muestran pedazos de una una infraestructura construida durante más de 20 siglos que permitió el desarrollo agrícola y de piscicultura: Los Camellones. Fueron construidos con el fin de crear zonas de tierra más altas dónde las raíces de las plantas no se ahogarían y zanjas dónde se propiciaba el cultio de peces. Con el tiempo, grandes zonas inundadas se transformaron en zonas cultivables, permitiendo a las comunidades prosperar.